Elementos culturales

Valores y creencias
Los primeros elementos de la cultura que analizaremos, y quizá los más cruciales, son sus valores y creencias. Los valores son la norma de una cultura para discernir lo que es bueno y justo en la sociedad. Los valores están profundamente arraigados y son fundamentales para transmitir y enseñar las creencias de una cultura. Las creencias son los principios o convicciones que la gente considera verdaderos.

 

Figura 3.4 En muchas partes de África y Oriente Medio se considera normal que los hombres se tomen de la mano en señal de amistad. ¿Cómo reaccionarían los estadounidenses ante estos dos soldados? (Foto cortesía de Geordie Mott/Wikimedia Commons)

Los valores ayudan a conformar una sociedad sugiriendo lo que es bueno y malo, bello y feo, buscado o evitado. Pensemos en el valor que Estados Unidos concede a la juventud. Los niños representan la inocencia y la pureza, mientras que la apariencia juvenil de los adultos significa sexualidad. En función de este valor, los individuos gastan millones de dólares cada año en productos cosméticos y cirugías para parecer jóvenes y bellos. Estados Unidos también tiene una cultura individualista, lo que significa que la gente valora mucho la individualidad y la independencia. Por el contrario, muchas otras culturas son colectivistas, lo que significa que el bienestar del grupo y las relaciones grupales son un valor primordial.

Vivir de acuerdo con los valores de una cultura puede ser difícil. Es fácil valorar la buena salud, pero es difícil dejar de fumar. Se valora la monogamia conyugal, pero muchos cónyuges cometen infidelidades. En Estados Unidos se valora la diversidad cultural y la igualdad de oportunidades para todas las personas, pero los más altos cargos políticos del país han estado dominados por hombres blancos.

Los valores suelen sugerir cómo debería comportarse la gente, pero no reflejan con exactitud cómo se comporta. Los valores representan una cultura ideal, las normas que la sociedad desearía adoptar y cumplir. Pero la cultura ideal difiere de la cultura real, la forma en que la sociedad es realmente, basada en lo que ocurre y existe. En una cultura ideal no habría accidentes de tráfico, asesinatos, pobreza ni tensiones raciales. Pero en la cultura real, los policías, los legisladores, los educadores y los trabajadores sociales se esfuerzan constantemente por prevenir o reparar esos accidentes, delitos e injusticias. A los adolescentes estadounidenses se les anima a valorar el celibato. Sin embargo, el número de embarazos no deseados entre adolescentes revela que no sólo es difícil cumplir ese ideal, sino que el valor por sí solo no basta para evitar a los adolescentes las posibles consecuencias de mantener relaciones sexuales.

Cuando las personas van en contra de los valores de una sociedad, se las castiga. Un chico que aparta a una anciana para subir primero al autobús puede recibir el ceño fruncido o incluso una reprimenda de los demás pasajeros. Un gerente de empresa que ahuyenta a los clientes probablemente será despedido. Infringir las normas y rechazar los valores puede acarrear sanciones culturales, como ganarse una etiqueta negativa -vago, vago inútil- o sanciones legales, como multas de tráfico, multas o penas de cárcel.

Los valores no son estáticos; varían con el tiempo y entre grupos a medida que las personas evalúan, debaten y cambian las creencias colectivas de la sociedad. Los valores también varían de una cultura a otra. Por ejemplo, las culturas difieren en sus valores sobre qué tipo de proximidad física es apropiada en público. Es raro ver a dos amigos o compañeros de trabajo cogidos de la mano en Estados Unidos, donde ese comportamiento suele simbolizar sentimientos románticos. Pero en muchos países, la intimidad física masculina se considera natural en público. Esta diferencia de valores culturales salió a la luz cuando la gente reaccionó ante las fotos del ex presidente George W. Bush cogido de la mano del príncipe heredero de Arabia Saudí en 2005. Un simple gesto, como darse la mano, conlleva grandes diferencias simbólicas entre culturas.

Normas
Hasta ahora, los ejemplos de este capítulo han descrito a menudo cómo se espera que se comporte la gente en determinadas situaciones, por ejemplo, al comprar comida o subir a un autobús. Estos ejemplos describen las reglas de conducta visibles e invisibles a través de las cuales se estructuran las sociedades, o lo que los sociólogos llaman normas. Las normas definen cómo comportarse de acuerdo con lo que una sociedad ha definido como bueno, correcto e importante, y la mayoría de los miembros de la sociedad se adhieren a ellas.

Las normas formales son reglas establecidas y escritas. Son comportamientos elaborados y acordados para satisfacer y servir al mayor número de personas. Las leyes son normas formales, pero también lo son los manuales de los empleados, los requisitos de los exámenes de acceso a la universidad y las señales de "prohibido correr" en las piscinas. Las normas formales son las más específicas y claras de todos los tipos de normas, y son las que se hacen cumplir más estrictamente. Pero incluso las normas formales se aplican en diversos grados y se reflejan en los valores culturales.

Por ejemplo, el dinero se valora mucho en Estados Unidos, por lo que los delitos monetarios se castigan. Robar un banco va contra la ley y los bancos hacen todo lo posible por evitar esos delitos. La gente salvaguarda las posesiones valiosas e instala dispositivos antirrobo para proteger casas y coches. Una norma social menos estricta es conducir en estado de embriaguez. Aunque conducir ebrio va contra la ley, beber es en su mayor parte un comportamiento social aceptable. Y aunque hay leyes que castigan la conducción bajo los efectos del alcohol, hay pocos sistemas para prevenir este delito. Estos ejemplos muestran el grado de cumplimiento de las normas formales.

INVESTIGACIÓN SOCIOLÓGICA
Experimentos de violación
El sociólogo Harold Garfinkel (1917-2011) estudió las costumbres de la gente para averiguar cómo las reglas y normas sociales no sólo influían en el comportamiento, sino que también conformaban el orden social. Creía que los miembros de la sociedad crean juntos un orden social (Weber 2011). Su libro resultante, Studies in Ethnomethodology, publicado en 1967, analiza las suposiciones de las personas sobre la composición social de sus comunidades.

Uno de los métodos de investigación de Garfinkel era el denominado "experimento de incumplimiento", en el que el investigador se comporta de forma socialmente incómoda para poner a prueba los conceptos sociológicos de normas sociales y conformidad. Los participantes no son conscientes de que se está realizando un experimento. Sin embargo, si la infracción tiene éxito, estos "espectadores inocentes" responderán de alguna manera. Por ejemplo, si el experimentador es, digamos, un hombre con traje de negocios, y va saltando por la acera o dando saltitos en un pie, es probable que los transeúntes se queden mirándole con cara de sorpresa. Pero el experimentador no se limita a "actuar de forma extraña" en público. Se trata más bien de desviarse un poco de una norma social concreta, de romper sutilmente alguna forma de etiqueta social, y ver qué pasa.

Para llevar a cabo su etnometodología, Garfinkel impuso deliberadamente comportamientos extraños a personas que no lo sabían. Luego observaba sus respuestas. Sospechaba que los comportamientos extraños romperían las expectativas convencionales, pero no estaba seguro de cómo. Por ejemplo, organizó un sencillo juego de tres en raya. A un jugador se le pidió de antemano que marcara las X y los Os no en las casillas, sino en las líneas que dividían los espacios. El otro jugador, que no sabía nada del estudio, se quedó atónito y no supo cómo continuar. Las reacciones de indignación, ira, perplejidad u otras emociones del segundo jugador ilustran la existencia de normas culturales que constituyen la vida social. Estas normas culturales desempeñan un papel importante. Nos permiten saber cómo comportarnos unos con otros y cómo sentirnos cómodos en nuestra comunidad.

Hay muchas normas sobre cómo hablar con desconocidos en público. Está bien decirle a una mujer que te gustan sus zapatos. No está bien preguntarle si te los puedes probar. Está bien hacer cola detrás de alguien en el cajero automático. No está bien mirar por encima de su hombro mientras hace la transacción. Está bien sentarse al lado de alguien en un autobús abarrotado. Es raro sentarse al lado de un desconocido en un autobús medio vacío.

En algunas infracciones, el investigador se relaciona directamente con transeúntes inocentes. Un experimentador puede entablar conversación en un baño público, donde es habitual respetar la intimidad de los demás hasta el punto de ignorar su presencia. En una tienda de comestibles, un experimentador puede coger un alimento del carrito de otra persona y decir: "¡Qué buena pinta tiene! Creo que lo probaré". Un experimentador podría sentarse a la mesa con otros en un restaurante de comida rápida o seguir a alguien por un museo y estudiar los mismos cuadros. En esos casos, los espectadores se ven presionados a responder, y su incomodidad ilustra hasta qué punto dependemos de las normas sociales. Los experimentos de incumplimiento descubren y exploran las muchas reglas sociales no escritas por las que nos regimos.

Muchas costumbres populares son acciones que damos por sentadas. La gente tiene que actuar sin pensar para desenvolverse sin problemas en las rutinas diarias; no puede pararse a analizar cada acción (Sumner 1906). Las personas que experimentan un choque cultural pueden descubrir que éste disminuye a medida que aprenden las costumbres de la nueva cultura y son capaces de desenvolverse en sus rutinas diarias con mayor fluidez. Las costumbres populares pueden ser pequeños modales, aprendidos por observación e imitados, pero no son en absoluto triviales. Al igual que las costumbres y las leyes, estas normas ayudan a la gente a negociar su vida cotidiana dentro de una cultura determinada.

Símbolos y lenguaje
Los seres humanos, consciente e inconscientemente, se esfuerzan siempre por dar sentido al mundo que les rodea. Los símbolos -gestos, signos, objetos, señales y palabras- ayudan a comprender ese mundo. Proporcionan pistas para entender las experiencias transmitiendo significados reconocibles que son compartidos por las sociedades.

La placa y el uniforme de un agente de policía son símbolos de autoridad y cumplimiento de la ley. La visión de un agente de uniforme o de un coche patrulla tranquiliza a algunos ciudadanos, y molesta, atemoriza o enfada a otros.

Es fácil dar por sentados los símbolos. Pocas personas cuestionan o siquiera piensan en los letreros con figuras de palo en las puertas de los baños públicos. Pero esas figuras son algo más que símbolos que indican a hombres y mujeres qué baños utilizar. También defienden el valor, en Estados Unidos, de que los baños públicos deben ser exclusivos para hombres y mujeres. Aunque los reservados son relativamente privados, la mayoría de los lugares no ofrecen baños unisex.